lunes, 10 de mayo de 2010

EL PÍCARO DICE: 5

Capítulo 5

-Supongo que la mente de los hombres es débil, después de todo...- comentó Klaud, ehando un ligero vistazo al lúgubre corredor de los calabozos. Tenuemente iluminado por una antorcha, se mantenía de brazos cruzados mientras aguzaba la mirada intentando ver más allá. Al fondo, en la primera celda que alcanzaban sus ojos, estaba encerrado Kisahj.
El pícaro se hallaba recostado contra la pared de fría piedra de la prisión, y entonaba una extraña aunque hermosa melodía con su ocarina de madera. Las notas del instrumento se perdían por la pequeña apertura que hacía las veces de ventanuco, y ascendían a los cielos de la noche con melancolía.
Dakarai sonrió, y Klaud lo miró con incertidumbre.
-¿Qué os hace tanta gracia?- inquirió el caballero, y el druida no pudo evitar carcajear levemente. -No lo entiendo, ¿acaso no os desespera la buena suerte de ese bribón?
El gesto de Dakarai recuperó entonces la serenidad que lo caracterizaba. Suspiró largamente, y asintió, resignado.
-No niego que quizás sea astuto, o poderoso -continuó el caballero.- Pero aún más, atacar de ese modo nuestra fortaleza ha resultado una gran imprudencia; un acto temerario y desleal. ¿Cómo es que alguien que hace gala de semejantes atributos ha podido ser nombrado...?
-¿General? -lo cortó Dakarai. Klaud apretaba los dientes, pero en cuanto se dio cuenta de hacia dónde lo conducían sus pensamientos, decidió serenarse. Bien era cierto que Kisahj no merecía aquellos galardones, pero había sido la princesa quien había optado por ascenderlo al máximo cargo dentro de la Orden sin siquiera conocerlo. ¿Qué motivos la habían empujado a hacer algo así?
-Os diré algo -comentó el druida, con la vista fija en la celda del fondo del pasillo - no hay nada en el mundo que él no pueda tener. Si lo quiere, lo conseguirá, de un modo u otro. Nadie sabe cómo, pero es así. Resulta exasperante a veces, porque ésa es su mejor arma. Puede ser el mejor en cualquier cosa con sólo proponérselo. Yo hace tiempo que me resigné a ello.
-Sólo ha sido un golpe de suerte...- chistó Klaud, entornando los ojos.
-Kisahj diría que la suerte no existe -Dakarai sonrió. Luego se dio la vuelta, dando por zanjada aquella conversación, y salió de los calabozos, dejando a Klaud a solas en la oscuridad.


Algunos días después, Kisahj hubo cumplido su pena en prisión, y aunque tenía permiso para abandonar las celdas, aquéllo no había sido más que el primer paso de una serie de castigos que la princesa Silv le había impuesto, por las molestias que había causado a la Orden cuando asaltó el castillo. A efectos prácticos, y según lo estipulaban las leyes de la casa de Septentrion, los caballeros en periodo de penitencia eran temporalmente relevados de su cargo. En consecuencia, aunque el pícaro acababa de ser nombrado general, tan pronto como Silv consintió en este nombramiento fue destituido para ser arrastrado a los calabozos. Y pasaría un tiempo prudente antes de que pudiera ejercer como tal.
Aquél día llegó al bosque acompañado por un guardia, como era costumbre. Aún le restaban varios meses de trabajos forzados en las canteras del reino antes de saldar su deuda con la princesa. Como era su usanza, no tardaría demasiado en dormir a su vigilante con alguno de los tantos venenos con los que se equipaba. Por lo general, aprovechaba el tiempo en que el hombre estaba inconsciente para pasear por los alrededores, asaltar a caminantes despistados o dormir la siesta. Para cuando el caballero despertaba, él estaba allí, fingiendo un cansancio extremo, y amasando un buen montón de pedruscos que Raíces desprendía de la roca con un sólo puñetazo.
Así habían transcurrido las últimas semanas, y Kisahj ya comenzaba a aburrirse de la rutina diaria.
Aquella vez optó por alejarse de los caminos.
A lo lejos, podía divisarse el pequeño campamento de Quilana, y más allá, el impenetrable territorio de los carroñeros del valle; aquellos barbudos trolls con cerebro de mosquito. Kisahj conocía bien sus límites. Sabía cuando era el momento de parar.
Y, curiosamente, en aquél instante no quería detenerse.
Se adentró sigiloso como una sombra entre los arbustos, con la suavidad con que un halo de luz se cuela por entre las nubes una mañana. Las enormes huellas de los monstruos inundaban el valle; cuatro veces más grandes que las de un pie humano, y tan profundas como las de un elefante. El ladrón siguió el rastro de huellas pisando dentro de ellas para evitar dejar las suyas propias, preguntándose hasta dónde conducirían y qué nuevos botines podría obtener.
De pronto, a lo lejos, un alarido desgarrado arañó el aire y cada uno de los recovecos de aquél silencioso bosque. El elfo alzó las orejas para oír mejor, hasta lograr localizar la procedencia de aquellos gritos de auxilio.
Pisadas de mujer.
Por lo general no habría prestado mucha atención, pero aquél día se aburría sobremanera. El pícaro echó a trotar sin hacer ruido siquiera al pisar sobre la hojarasca seca, en la dirección de la que provenía el sonido, y no tardó en divisar a lo lejos la grácil figura de una doncella que huía despavorida, perseguida por tres gigantescos trolls que torpemente trataban de darle alcance.
El muchacho se sonrió con malicia.
Aquella chica era muy hermosa.
Sin pensárselo dos veces salió disparado en pos de ella, y apenas tres segundos después ya le había dado alcance. Se miraron un instante tan sólo; sin parar de correr. La joven parecía asustada por la repentina aparición de Kisahj; no podía adivinar si él también era un enemigo. El elfo solamente le guiñó un ojo, y la cogió de la mano.
Arrastrada por la carrera del pícaro, las piernas de la chica se movían a una velocidad imposible de controlar. Tan raudas, que dejó de sentirlas como suyas. Al mirar atrás, los gestos desquiciados de sus enemigos le oprimían el pecho pero el miedo, pero, sin entender el motivo, cuando dirigía la vista al frente y reparaba en el endiabladamente hermoso rostro del desconocido, le daban ganas de sonreír. Como si todo aquéllo no fuese más que un juego, y ella no tenía más que dejarse llevar.
A lo lejos, avistaron un pequeño desnivel en el suelo, oculto entre las hojas secas. Una prematura formación rocosa similar a un precipicio, aunque de apenas un par de metros de altura. Al pie del barranco un nudoso árbol malformado luchaba por mantenerse en pie. Kisahj supo entonces que aquél era el final de su alocada carrera. Cuando alcanzaron el precipicio, empujó a la mujer sin más.
La muchacha gritó asustada al creerse caer en el vacío, antes de sentir el tirón del ladrón, que la agarraba por el brazo. La atrajo hasta sí con increíble velocidad y se ocultaron tras el tronco hueco del árbol, al tiempo que los carroñeros salvaban el escalón rocoso y se lanzaban hacia abajo, para continuar corriendo tras una pista inexistente. Cuando los trolls hubieron desaparecido, ambos se miraron un instante, y echaron a reír estrepitosamente.
-Serán estúpidos...- comentó el pícaro socarronamente entre carcajadas. La muchacha sintió que su risa se apagaba con la de él, porque le pareció un sonido tan hermoso que bien valía la pena pararse a escucharlo. -Son como perros corriendo detrás de un palo que nadie ha lanzado.
Ella se ruborizó levemente.
-Yo... graci...-trató de decir, pero dio un paso en falso que la hizo resbalar. Se agarró a los ropajes del joven y al caer de espaldas por el pequeño desnivel, lo arrastró con ella. Habría sido una caída bastante más aparatosa de no ser por aquél sempiterno lecho de hojas rojas que bañaba el bosque de Quilana en primavera.
Cuando Kisahj abrió los ojos se encontró a la desconocida muchacha bajo su cuerpo.
Al principio no dijo nada, simplemente se dejó llevar por la sorpresa de reparar por vez primera en los rasgos de la joven. Los hermosos ojos redondos, de un azul verdoso, se clavaban fijamente en él, recargados de frondosas pestañas. Del mismo color era su cabello, a la altura de los hombros, aunque en aquél momento lucía desordenado y esparcido por el suelo debido a que la tenía tumbada debajo de suya. El ladrón paseó ladinamente la vista por los carnosos labios de la joven Después por su perfecta mandíbula, su níveo cuello y sus prominentes clavículas. Al llegar a la altura del escote, ella habló:
-Gracias por salvarme.
Aquello atrajo de nuevo la atención del pelirrojo muchacho hasta la cara de la chica. Dibujó una hermosa sonrisa de autosuficiencia, tan conquistadora como era su costumbre. Lo que el joven no esperaba era que ella le correspondiese con otra.
-¿Cuál es vuestro nombre, caballero?
-Soy Sir Kisahj...a sus pies -el chico se incorporó lentamente sin dejar de dedicarle una mueca burlona a la mujer.
-Mi nombre es Yetmaja...- sonrió ella levemente, con las mejillas sonrosadas.
-¡Eh, tú! -una voz llamó la atención del pícaro, quien se irguió, de rodillas en el suelo, en la dirección de la que provenía el sonido. La figura del guardia real que la princesa enviaba para vigilarle cada día durante sus tareas de recolección apareció por entre los árboles. Kisahj tragó saliva, había perdido completamente la noción del tiempo y no había podido regresar al lugar de trabajo. -¿Qué estás haciendo? ¡Aparta tus zarpas ahora mismo de esa dama!
El pícaro mostró las palmas de las manos en señal de rendición; pero Yetmaja se puso en pie inesperadamente para defenderlo.
-Por favor; no es lo que pensáis. Este joven acudió a socorrerme de tres enormes trolls que me perseguian por el valle. No seáis injusto con él; ¡le debo la vida!
Kisahj y el guardia miraron con pasmo a la muchacha. Luego el hombre preguntó al pícaro:
-¿Es eso cierto?
Él alzó las cejas y se encogió de hombros despreocupadamente.
-Por supuesto; ¿por quién me tomáis?
El guardia refunfuñó por lo bajo lo que parecían palabras de disculpa, y con un gesto, pidió al chico que volviesen al castillo. Kisahj se llevó las manos a la nuca con un mohín relajado, y aún lanzó una última mirada complacida a Yetmaja antes de marcharse. No supo si lo había imaginado,pero juraría que la muchacha le había dicho en una mueca silenciosa; moviendolos labios sin articular palabra:
Nos vemos aquí mañana.


Dakarai cerró de golpe el povoriento libro de plantas y se restregó los ojos con cansancio. Hab
ía pasado buena parte de la noche buscando nuevos antídotos para los venenos de los animales de la zona, cuando oyó llamar tres veces en la puerta. Dirigió la vista hacia el enorme portón de madera de su dormitorio, pero fue la ventana la que se abrió de par en par.
En el alféizar de piedra, agazapado como un felino; estaba Kisahj.
Ya hacía tiempo que el druida había dejado de sorprenderse por las malas maneras de su amigo, aunque conllevaran trepar cuatro pisos por la fachada e invadir habitaciones ajenas.
Acariciado por la brisa nocturna, el muchacho sonreía.
-Hola; Dakarai, rata de biblioteca. Deberías venir a contemplar la luna- el druida farulló.
-Se te ve de buen humor; picaro.
-A tí no.
El silencio se impuso algunos segundos entre ellos. Kisahj tenía aquellos perniciosos ojos rojos clavados enel cielo, como si pudiera acariciar las constelaciones con la mirada. Dakarai, sin embargo, perdía la vista en el suelo, cerca de la punta de sus pies.
-Eso es porque me he estado preguntando algo estos días...
El ladrón miró a su amigo,sin decir nada.
-¿Por qué has vuelto? -inquirió el elfo albino-¿qué puede haber que te interese lo bastante como para haberte hecho cambiar de opinión? Sé que odias a los caballeros...
El ladronzuelo meditó un instante; después se encogió de hombros.
-Si te empeñas, te lo diré. Aunque quizás hubieras preferido no saberlo -repuso,sin más. -No pienso quedarme mucho tiempo en Fuenteplateada.
-¿Qué significa eso? -pero la expresión de Kisahj ya no era alegre, como si de pronto amargos pensamientos lo hubiesen asaltado. Se marchó sin decir nada, tal como había llegado, y enla mente de Dakarai se formó una única pregunta:
¿Cuánto tiempo les quedaba antes de separarse para siempre?

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By Rouge Rogue

Reseñas: Ante todo, desearía pedir disculpas a Yetmaja si he desvirtuado su personaje. Como con absolutamente todos los pjs de esta historia, he neccesitado acentuar un poco (mucho) sus características personales para darle un papel claro en la trama. No creo que ella llegue jamás a leer esto, pero aun así quería pedir perdón, porque aquellos que la conocimos sabemos lo diferente que era; lo especial que era.
Conocí a Yetmaja siendo perseguida por un par de carroñeros del valle y traté de salvarla. La diferencia es que en la vida real no lo conseguí xD
Aun así aquello fue el principio de una bonita amistad.


17 comentarios:

  1. Tengo una foto del día que conocimos a Yetmaja. Recuerdo que yo llegué después, cuando Kisahj ya hablaba con ella. Estuvimos charlando bajo un árbol, cerca de Qilana. Había un carroñero que siempre me pegaba y cortaba el rollo ¬¬

    Lamentablemente, para cuando hice la foto, Yet ya no estaba :(

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  2. anda que estas echo un prenda XD

    a ver como me pones en la historia eh ¬¬( si es qe salgo claro XD)

    pos nada besazos avisame cuando tenga el sigiente va :)

    by Azüra

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  3. que bien ^^ al final nos estamos reuniendo en este blog todos :D

    PD. OLA AZURITA!! :D

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  4. Alaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa yo no sabia que se podia comentar!!!!!!!! Para cuando el 6 kissss???????????? sin animo de ofender pero m parecen muy cortos los capitulos XD

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  5. La madre que te echo Nane xDDD

    Y yo que los hago de 4 paginas intentando resumir lo más grande (porque acostumbro a escribir los caps de mis novelas de entre 6-8 pags) para que no se hagan pesados de leer xD

    Aunque a ti te apasione la lectura, gente como Azurita la odia, jeje. Lo hago pensando en todos (mas bien en todas) xD

    ...

    La mayoria de gente que lee este blog son chicas :O

    que alegria para mi corazon picaruelo xDD

    GRACIAS OTRA VEZ!

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  6. cochino xD

    yo voto como Nane... Son cortitos...

    Ya sabes como leo -.-

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  7. Me alegra mucho que se os hagan cortos.Si me dijerais que se os hacen largos,mal asunto xD

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  8. Ahora va y mañana nos viene con 8 páginas para el capítulo 6 xD

    El 6 es mi número de la suerte, espero que sea bonito :)

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  9. una pena de que a yet ya no se la vea por ahi..............:(





    kaldezeit

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  10. chicos se me ha roto el pc..... lo toi intentando arreglar pero iwal tarda un poco porke me tocara llevar el pc a otra ciudad. De todas formas para cualquier cosa que querais comentarme o para que sepais dnd encontrarme dejo el email angel14122006@hotmail.com^^
    Llevo como 1 o 2 dias sin entrar y ya os exo de menosT-T (kisss la mala suerte se contagia)

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  11. Kaldezeit si la echas de menos unete al club de GENTE QUE QUIERE QUE YET VUELVA. De momento estamos daka y yo xDD

    Nanita siento lo de tu pc vaya compenetracion tenemos pa kedarnos sin ordenador en momentos criticos,jejeje. Que te sea leve, preJIoza ;)

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  12. UAH!! HA DICHO PENE!

    Nane, ya decía yo que no te veía entrar demasiado ^^ Esperemos que se arregle pronto ;) El pc de Kisahj ya se encuentra en cuarentena en casa de mi primo, a ver qué solución hay. Hoy le llevé el portátil a su casa, pero dio la fantastuosa casualidad de que estaban de mantenimiento xD

    Olé xD

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  13. es q lo mio es una movida de la virgen porque en 1 lugar m toka encontrar los papeles de la garantia (k n tengo ni PUÑETERA idea d dnd tan) cuando lso tenga llamar al pc city pak l vegan a recoger.... despues esperar 1 mes (k fue lo que tardaron la vez anterior en arreglarlo) y total pa k l formateen, toi k m tiro d los pelosssssss

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  14. o.O

    Y porque no lo formateas tu??

    Es la fantastica idea de alguien q no sabe formatear ordenadores xD
    Yo lo tengo facil porq llamo a Azurita o a Daka...

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  15. No siempre es necesario formatear, leñes XD Nane, si quieres puedes decirme qué le ocurre a tu ordenata y yo más o menos te diría lo que le pasa. Cuando tienes que llevar el pc a alguien ajeno a tí es normal que tarden mil y que luego sólo te formateen para arreglar el problema (a veces sin decirte nada, con la consiguiente pérdida de toda tu información ¬¬). Por eso es agradable tener un primo informático xD

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  16. o un mejor amigo listo

    o una ligue friki de los ordenadores...

    etc etc (Kisahj se hace el distraido) xD

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  17. Daka no sabia esa faceta tuya del travestismo si quieres te dejo un vestido XD

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