jueves, 13 de mayo de 2010

EL PÍCARO DICE: 6

Capítulo 6

-Kisahj...-farfulló Klaud, apretando los puños con fastidio. El hombre que se encontraba de pie frente al caballero titubeó al pronunciar sus siguientes palabras.
-Mi general, no volverá a ocurrir, se lo aseguro.
-No tenéis que excusaros, no es culpa vuestra. Ese pícaro...no sé en qué demonios tiene la cabeza. Si no es capaz de acatar las órdenes de la princesa; ¿cómo podemos esperar que sea uno de los generales que dirijan nuestro ejército?
-No...no lo sé- suspiró el guardia, agotado.
-Tranquilo, me encargaré personalmente del tema. Procurad que la princesa no se entere de esto.
-¿Que no me entere de qué? -Silv apareció a espaldas del hidalgo, y él truncó el gesto en un mohín de rendición.
-Princesa...-confesó el paladín -el pícaro ha vuelto a escaparse en horario de trabajo.
-¿Cómo? ¿Otra vez? ¿Pero no dijisteis que le habíais confiscado todas las armas venenosas y las trampas?
-En esta ocasión ha optado por poner la droga en la alforja de agua del guarda, aprovechando la llegada del calor. Se las ingenia bastante bien.-
La princesa apretó los labios, disconforme. Ya iban tres veces aquella semana.
-Esto no puede seguir así -masculló la chica, e hizo un ademán de echar a andar en busca del ladrón, mas el caballero la retuvo.
-No, mi lady. Yo me encargaré de él, bastante ocupada estáis ya con los preparativos del baile de máscaras.
Silv lo meditó un instante, y suspiró apenas preceptiblemente.
En su rostro se dibujaba un gesto amargo e incomprendido.
El baile de máscaras que se celebraba cada año en primavera tenía lugar en apenas unos días. Había esperado, sin saber bien por qué, que llegase el momento de la fiesta, cuando lo cierto era que nunca le habían entusiasmado sobremanera las celebraciones.
-Pensaba que el día del baile podría levantarle la penalización a Sir Kisahj...- se quejó en voz baja, a medio camino entre el enfado y la tristeza. Klaud negó suavemente con la cabeza.
-Visto lo visto, creo que sería prudente que ese elfo no pusiera un pie aquí durante la fiesta. No quiero imaginar qué clase de fechorías podría ingeniar para arruinarlo todo. Daríamos una muy mala imagen a los invitados; nuestra célebre casa de caballeros no puede permitirse algo así.
Silv mantuvo la cabeza gacha algunos segundos, hasta que el caballero se hubo reverenciado y se marchó a paso ligero de allí. Ella tragó saliva, hastiada.
No sabía el motivo, pero de repente ya no tenía ganas de ir al baile.

Klaud hablaba y hablaba sin parar.
Había anochecido ya, y Kisahj había perdido la noción del tiempo que el caballero había empleado en sermonearlo por su reprobatoria actitud. No obstante, para él, las palabras del hidalgo no eran sino el zumbido molesto de un insecto en sus oídos. No le prestaba el más mínimo atisbo de atención a su incansable perorata de honor, lealtad y virtud.
Los deberes de un hombre, y un caballero.
Para el pícaro todo aquello carecía de importancia, ya había aprendido el significado de esos valores mucho, mucho tiempo atrás. Y ahora sabía que todo lo que creían los hombres no valía de nada.
-¿Me estáis escuchando? -inquirió el paladín, resoplando.
-No, ¿decíais algo? -el general lo miró con toda la serenidad de que fue capaz antes de retomar su implacable discurso. Aunque Kisahj trataba fervientemente de sacarlo de sus casillas, lo cierto era que nunca lo conseguía. De hecho, Klaud era siempre tan sumamente educado, que el ladronzuelo se aburría con él. Con todo, podría seguir charlando hasta los confines del tiempo; nunca conseguiría cambiar su forma de ser.
Dakarai apareció al fondo de la sala portando una enorme caja cargada de lo que Kisahj tasó como unos hermosos candelabros de oro. Aunque el druida no dijo nada, cuando sus miradas se cruzaron, él pudo notar cierta tensión.
-...y entendáis el orgullo de esta casa...- las palabras de Klaud zozobraban en algún lugar perdido en la mente del ladrón, mientras aguzaba la vista y seguía con ella a su amigo escaleras arriba.
-...imposible seguir así...-
-Klaud-lo interrumpió al fin. El caballero lo miró atónito. Era la primera vez que intervenía en la conversación por voluntad propia. -Ya terminas otro día, tengo que irme -y sin más se marchó de allí, dejando al general con la palabra en la boca. Tan desconcertado, que por una ve, Klaud estuvo a punto de perder los estribos.
El elfo echó a correr por las enmoquetadas escaleras, esperando dar alcance al druida. No obstante, cuando llegó al piso superior fue con la princesa con quien se topó de bruces. El chico frenó justo a tiempo de no chocar con ella, y la joven esbozó una mueca de grata sorpresa, que se esforzó por cambiar rápidamente a una de enfado.
-Mi lady...- se reverenció él teatral y exageradamente, pero la dama apartó el rostro, altiva, y pasó por su lado sin devolverle el saludo. Kisahj la observó mientras se perdía por las escaleras, y apenas dos segundos después echó a correr tras ella.
-¿Princesa? -la llamaba, pero sólo conseguía que Silv apretara el paso. Atravesaron el enorme salón del castillo; ella sosteniendo grácilmente las faldas de sus lujosos vestidos, y él caminando resueltamente detrás. -Princesa, ¿qué os ocurre? -la chica descendió las escaleras que conducían al patio trasero casi sin darse cuenta; tan ocupada por librarse del pícaro estaba. -¿Estáis enfadada?
Pero el muchacho no obtuvo respuesta; ni aún cuando ya caminaban por los jardines de palacio, únicamente iluminados por la luz de la luna. Sobre sus cabezas, la fuliginosa bóveda bañaba el cielo; como un negro manto salpicado de perlas, y en la oscuridad las rosas del jardín lucían con un cariz azul.
-Mi lady, puedo recorrer Aslan entero a pie, así que sería mejor para vos que os paráseis de una vez -Kisahj se detuvo y aguardó con las manos metidas en el bolsillo, apenas un instante. Luego Silv hizo lo propio y puso fin a su carrera. No obstante, le daba la espalda al pícaro, y no sabía si podría mirarlo a la cara.
-¿Cuál es el problema? -inquirió el elfo al cabo de un par de minutos,en vistas de que la muchacha mantenía la mirada perdida en el suelo.
-No me pasa nada.
-Es obvio que mentís. Sin embargo, y dado que no os esforzáis en ocultar vuestro estado de ánimo, se deduce que en realidad os morís de ganas por que os pregunte. Pues bien, ¿puedo saber qué os tiene preocupada?
-Ahorráos vuestra palabrería barata. Sólo conmueve a las doncellas del llano-apartó el rostro con orgullo. El ladrón esbozó una sorprendida pero hermosa sonrisa ladeada.
-¿Doncellas...? ¿Os referís a alguna en especial?
La dama tomó aire y luchó por serenarse, antes de girarse para encarar al muchacho.
-Estoy muy al tanto de vuestras espadas, Sir Kisahj. El general Klaud asegura que os dedicáis a escaquearos en las horas de vuestros castigos.
-No es ninguna novedad -repuso el joven.
-Pero además os estáis viendo en secreto con una sacerdotisa del templo de la bruma, ¿qué clase de broma es esta?
-Oh...-musitó.
-¿Oh? Mucho me temo que esa respuesta dista bastante de satisfacerme.
Kisahj se acercó caminando despacio, distraídamente.
-Y decidme; ¿qué esperáis oír? ¿Acaso algo de lo que yo diga podrá aplacar vuestros celos?
La princesa abrió la boca, sin llegar a decir nada. Fue la malévola sonrisa del muchacho, que dejaba ver una perfecta hilera de blancos dientes, la que la hizo estallar de indignación.
-¿Cómo os atrevéis? ¡Exijo una disculpa! ¡Retirad de inmediato vuestras palabras!
-Perdonad mi insolencia, su alteza...
-¡Que os quede bien claro, Sir Kisahj! ¡No me interesa lo más mínimo lo que hagáis en vuestro tiempo libre! ¡Pero como caballero de esta Orden, deberíais ser más consecuente con vuestros actos y defender el honor de mi casa!
-¿Honor? ¿En qué modo puede uno defender el honor de una princesa quedándose a picar piedra en las canteras día tras día?
Silv lo miró un instante, con los ojos encendidos por la presión.
-Cometísteis una falta. Sed hombre y acatad vuestro castigo.
-Tal vez lo haría, si me interesase lo más mínimo todo ese rollo del honor y la virtud. Pero...- suspiró el chico -no es el caso, mi lady.
-¿Por qué ingresar entonces en una Orden de Caballeros? ¿Por qué cometer aquellas locuras y suplicarme de rodillas que os dejase entrar?
-Porque quería entrar. Mis razones son sólo mías, y desde luego no tienen nada que ver con las que vos pensáis que debe tener un caballero. En ese orden de cosas... ¿Por qué permitir que un cazarrecompensas ostente el cargo de general, princesa?
-Yo...- Silv tragó saliva. No comprendía el motivo por el cual se sentía tan sumamente despechada. -Vos...me mirásteis a los ojos y vi en ellos determinación. Creí en vuestras palabras.
-Sólo era una mentirijilla de nada.
La muchacha apretó los labios con desdén.
-Odio a los mentirosos.
Él se acercó aún un paso más, hasta quedar tan cerca de la mujer, que sus rostros apenas sí distaban unos centímetros.
-Si queréis jugar a ser sinceros, quizás salgáis perdiendo...no soy el único que tiene secretos aquí.- Él sonrió.
-No me conocéis de nada...-repuso la chica con un susurro apagado. No podía más que concentrarse en el acelerado latido de su corazón desbocado, cuando Kisahj alzó lentamente su mano derecha, y acarició la mejilla de la muchacha con el dorso de sus dedos.
-Es difícil engañar a un mentiroso...- musitó él, y a la princesa se le puso la piel de gallina al sentir el aliento del joven en sus labios. -Pero tranquila, mi lady -añadió después, separándose repentinamente. -Estaré en esa fiesta, si eso os hace feliz.
La doncella abrió los ojos como platos, y Kisahj dibujó una pérfida sonrisa ladeada, de aquellas que helaban el corazón.
Ella no fue capaz de decir una palabra más mientras el chico se perdía de su vista, de vuelta al castillo. ¿Cómo lo había sabido? Algunos minutos después de que se hubiera marchado, aún le temblaban las piernas.
Y no quería saber por qué.

-Voy a ir al baile de máscaras- Kisahj abrió despreocupadamente la puerta de la habitación de Dakarai, sin siquiera llamar. Con el sobresalto, el druida se despertó alarmado. Se había quedado dormido sobre el libro que estaba leyendo.
-¿Se puede saber qué demonios...? ¿Y por qué nunca llamas antes de entrar?-protestó el chico, desorientado.
-No sé por qué, pero ella quiere que vaya.
-¿De qué mierda estás hablando? -Dakarai bostezó sonoramente y se restregó los ojos con pereza.
-Del baile de máscaras de pasado mañana. De eso hablo.
-¿Qué? ¡No puedes ir!-gritó su amigo, y Kisahj arqueó una ceja. -Quiero decir...¿qué baile?
-Ahórratelo, estoy al tanto de todo.
-Joder...- el druida hundió la cabeza entre los brazos con fastidio -¿cómo consigues siempre meterte donde no te llaman?
-¿Y tú cómo sigues creyendo después de tanto que puedes ocultarme algo así?
-Yo que sé...- resopló el albino elfo -No quiero abandonarme a mi teoría de que eres el mismísimo diablo. Me pone los pelos de punta...
Kisahj se quitó los zapatos y se recostó cómdoamente en el diván, junto a la estantería, cruzando los brazos tras la cabeza y poniendo los pies en la mesa más cercana.
-Esta vez has llegado muy lejos, Daka...- suspiró mientras cerraba los ojos, dispuesto a dormir.
-Fueron órdenes directas, Kisahj. No podemos dejarte ir, ¿qué querías que hiciera? ¿Regodearme porque podré asistir y tú no?
-Iré. Sabes que no podréis impedírmelo.
-No; Kisahj- el druida se puso en pie, con el semblante adusto.- Esta vez va enserio. Déjalo correr. No nos causes más problemas; no pienso interceder por tí si Klaud decide abrirte la cabeza en dos como una sandía.
El ladrón se echó a reir.
-¿Me estás invitando a no ir?
-Eso mismo, me temo.
Se hizo el silencio durante algunos segundos que se hicieron eternos. Luego Kisahj se puso de nuevo de pie.
-De acuerdo...- se encogió de hombros. -Ni que me importara.
Salió d ela habitación sin decir nada más y cerró la puerta de un golpe. Dakarai sabía que así sería mejor para todos. Sin embargo, se le quedó un mal sabor de boca.


-Normalmente hablas y hablas sin parar, pero nunca consigo saber en qué estás pensando -masculló Yetmaja, estirándose cómodamente sobre la alfombra de césped que cubría el hermoso valle.
Kisahj continuó en silencio, con los ojos hundidos en las blancas nubes que cruzaban el cielo, empujadas por la brisa primaveral. Raíces revoloteaba distendidamente, agitándose con el viento como una más de las enormes ramas del árbol que les daba sombra.
-Y hoy, ni siquiera hablas. Es aún peor -sonrió la muchacha, y arrancó una leve mueca del rostro del ladrón. -¿Estás preocupado?
-Yo no lo llamaría preocupación.
-Pues, ¿cómo lo llamarías entonces?
El chico meditó aquella pregunta algunos instantes.
-No lo sé-confesó al fin. Yetmaja se giró sobre sí misma y se puso boca abajo para apreciarlo mejor. Lo recorrió dulcemente con la mirada.
A veces sentía por aquél muchacho un deseo intenso de protegerlo, como a un hermano pequeño. Otras, sin embargo...
-Kisahj, siempre estás como ausente -comenzó a hablar la sacerdotisa, más para sí misma que para él.- Puedo verte reír y hablar, moverte, y cuando me miras... es como si más allá de tus ojos no hubiera nada -aquél pensamiento la hizo sentir repentinamente muy triste. -Como si tu mente estuviera lejos; muy lejos de aquí. Como si vivieras oculto debajo de una máscara...
Kisahj la miró con el semblante serio, y la mujer creyó por un instante que le estallaría el corzón de tan deprisa como le latía. Tragó saliva, nerviosa. No podía saber si su comantario habría ofendido al joven, y tenía miedo de haberlo molestado. Sin embargo él la escrutaba con un gesto tan hermoso, que no podía haber rencor en él. En aquellos ojos infinitos.
Yetmaja suspiró, ruborizada, al descubrirse a sí misma mirándolo tan fijamente.
Tal vez fueran los pequeños rayos de sol que se filtraban por entre las hojas de los árboles, que dibujaban graciosas formas en el rostro de muchacho, pero sus labios se le antojaron entonces más apetecibles de lo que ya normalmente le parecían. No supo si obedecer a sus propios deseos; pues se moría de ganas por besarlo.
-Eso...-comentó el elfo al cabo de algunos segundos.
-¿Sí? -y a Yetmaja se le cortó la respiración.
-Eso...eso es. ¡Eso es!- se incorporó a toda prisa, dejando a la joven estupefacta.
-¿Cómo?-pero el pícaro ya se había puesto en pie de un salto. Sacudió los restos de césped de sus ropajes y se despidió de ella con una alegre sonrisa.
-¡Gracias Yet! ¡Eres fabulosa! -y luego echó a correr y se perdió en el horizonte a los ojos de la muchacha. Nunca sabía lo que pasaba por la mente del cazarrecompensas, pero le encantaría verlo por una vez sin aquella máscara.


Todo estaba lleno de luces.
Las enormes lámparas de cristal adornaban el gigantesco salón comedor aquella noche; durante la fiesta más importante de la primavera, y probablemente de todo el año.
El baile de máscaras.
Silv paseó distraídamente la mirada por la estancia; todo parecía estar en orden. Lo cierto era que, pese a que hacía ya rato que habían llegado los invitados y la gente comía y charlaba distendidamente, ella no acababa de sentirse cómoda. Quizás fuesen manías suyas, pero deseaba que todo estuviese perfecto. Las finas copas de cristal linealmente dispuestas, las lujosas cortinas, sin un pliegue que sobresaliera del resto, la música, la bebida, el servicio, los invitados,
Y por supuesto; los caballeros de la Orden y ella misma.
El hermoso vestido azul de terciopelo se ceñía elegantemente a sus formas y dejaba ver un hermoso escote cuadrado con pasamanerías de hilo dorado. En las mangas, las suaves plumas perladas competían en blancura con su hermosa piel élfica. Las faldas del conjunto se abrían pomposamente bajo su cintura, cubriendo por completo los delicados zapatos de tacón.
-Princesa Silvermoon; estáis radiante esta noche- un acaudalado señor se reverenció levemente ante la muchacha, quien le correspondió el gesto con una cordial sonrisa, mientras mentenía en la mano el antifaz con que se cubría el rostro. La forma de un hermoso cisne blanco de alas abiertas se dibujaba en torno a los topacios azules que eran olos ojos de la princesa.
Cuando la música comenzó a sonar, y las parejas se acercaron al centro del salón, la doncella apenas intercambió un segundo la mirada con un joven, cuando él se acercó hasta ella galantemente para invitarla a bailar.
-Su alteza...- se inclinó el muchacho, ofreciéndole una mano a la chica. Ella la aceptó de buen grado, si bien era cierto que estaba deseando que aquella fiesta terminase. El amable desconocido la condujo hasta la pista de baile; caminando con garbo. Silv lo observaba de reojo; cuando creía que él no la veía. En el momento en que el hombre la tomó delicadamente por la cintura, no pudo evitar encontrarse a sí misma preguntándose si acaso no sería "él". Pero pronto desechó aquella idea.
Kisahj no tenía las manos tan suaves.
Por todo lo más, Silv se reprendió a sí misma por pensar en el elfo en un momento como aquél. ¿Qué importaba si el pícaro había venido?
Trató de concentrarse en algo que no estuviera relacionado con el muchacho. La música, exquisitamente interpretada por los finos instrumentos de cuerda y viento. Sus pies, deslizándose con gracia sobre el linóleo del piso. El brillante plumaje azul y verde de la máscara que portaba su pareja de baile, y que enmarcaba los exóticos ojos dorados que la excrutaban devoradoramente. Silv giró sobre sí misma al mismo tiempo que el resto de las damas de la sala, según correspondía a aquella alegre danza, y un abanico de hermosos vestidos de colores surcaron la estancia como capullos en flor. Cuando quiso volver junto a su acompañante, ya los hombres habían cambiado de posición y cayó en los brazos de un nuevo desconocido. El caballero le sonrió cortésmente, y ella, aunque desorientada al principio, le devolvió el gesto. El hidalgo la condujo por toda la pista al son de la música entre vueltas y vueltas cada vez más rápidas. La cabeza de un caballo de plata cubría su cara por completo, y ella rió tímidamente. Quizás era porque comenzaba a sentirse mareada por los giros, pero lo estaba pasando bien. Con el movimiento, la música dejó de ser música a sus oídos, y se convirtió en una serie de ruidosos tiempos que marcaban el momento oportuno para girar.
Girar, y girar.
Mirara donde mirase, las risas estruendosas, las caras ocultas tras un antifaz. Los colores, los brillos de las velas.
Y en una fugaz visión fantasmal, le pareció distinguir la mirada atenta de unos ojos rojos entre el gentío.
Silv se recompuso rápidamente, sintiendo que la respiración se le detenía. Había sido un segundo tan sólo, pero le había perdido de vista.
De nuevo, se sintió arrastrada por los brazos de otro hombre. Habían vuelto a cambiar de pareja, y ella ni tan siquiera había estado prestando atención. Sus pensamientos estaban más ocupados por aquellos flagrantes ojos rojos que ni tan siquiera estaba segura de haber visto en realidad. ¿Se habría confundido, y verdaderamente él no estaba allí? ¿Habría venido Kisahj, como aseguró que haría?
¿Y por qué le importaba siquiera?
La pieza musical dio paso a una nueva si que Silv hubiese conseguido distinguir al pícaro en la muchadumbre. La princesa suspiró. El baile se había vuelto mucho más pausado, lo cual daría un merecido descanso a sus doloridos pies. Además... si dejaban de dar vueltas frenéticamente, tendría más oportunidad de encontrarle.
La dama puso sus delicadas manos sobre los hombros de su nuevo acompañante sin hacerle demasiado caso, si bien él no pasó inadvertido el gesto de preocupación de la elfa.
-¿Buscáis a alguien? -aquellas palabras atrajeron de nuevo la atención de la chica. Un instante tan sólo.
-Ah, no, yo..- pero no pudo decir más. Porque allí estaban.
Aquellos ojos del color del fuego.
Los ojos que había estado buscando.
Kisahj sonrió, y sin darle tiempo a reaccionar la tomó por la cintura para hacerla danzar dulcemente al ritmo del vals.
Todo era tan confuso.
Él no debía estar allí, y sin embargo estaba. Y a ella le alegraba; de algún modo, y no entendía el por qué. De la misma forma que no podía saber cómo debía comportarse; porque quería sonreír, y quería enfadarse con él. Quería decirle algo coherente.
Pero no se sentía dentro de su cuerpo.
De repente todas aquellas luces brillaban con especial intensidad.
-Estáis muy hermosa esta noche- comentó el pícaro mientras le dedicaba una mirada que por una vez, la hizo sentir especialmente halagada. Quizás le hubiese gustado responder algo más, pero la joven sólo alcanzó a decir:
-Gracias.
También él estaba guapo. Muy guapo, pero nunca se lo diría. Tenía que admitir en el fondo que, cuando quería, podía ser un verdadero caballero, y cualquiera que lo hubiera visto esa noche no lo habría reconocido. Llevaba el rojo cabello recogido en una diminuta coleta, si bien aquellos rebeldes mechones escapaban por doquier. La chaqueta roja de terciopelo con ribeteados en negro, a juego con el pantalón. Y aquella máscara que cubría la parte superior de su rostro, con la forma de la cabeza de un cuervo.
-Al final habéis venido...- comentó la muchacha cuando estuvo segura de poder hablar sin que le temblara la voz.
-Ya os dije que lo haría.
-Una nunca sabe qué puede esperar de un mentiroso...-
El ladrón sonrió sin mostrar los dientes. Parecía hacerle gracia el modo de pensar de Silver.
-Reconozco que tuve serios motivos para no venir.
-¿Por ejemplo el hecho de que toda la guardia de la Orden te apresaría si te encontrasen aquí?
-Por ejemplo.
-Pero habéis venido. ¿Por qué?
Kisahj la apretó apenas perceptiblemente contra sí y tardó un par de segundos en responder.
-Os encantaría que dijera que lo hice por vos.
-Quien sabe.
-Es muy mezquino enviar a toda la Orden contra mí y después pedirme que venga.
-Yo no te pedí tal cosa -Silv se mostraba levemente azorada. Reconocía que aquella era una situación apurada para el ladrón.
-Pero estad tranquila; no he venido por vos.
-¿Pues entonces...?
-Lo hice por mí, por supuesto -clavó aquellos rasgados ojos como esferas de fuego líquido en el apacible mar en calma que eran los de ella -Porque de repente se me antojaba insoportable la idea de imaginaros en brazos de otro.
Silver quiso acallar a su corazón, que latía desbocado y sin control posible. ¿Qué significaba aquello? ¿Qué pretendía decir el pícaro?
Inesperadamente, un joven muchacho tropezó con ellos en mitad del baile. Fue apenas un instante, pero en ese segundo sobró para que se reconocieran.
Dakarai.
Ambos amigos se dirigieron una intensa mirada cargada de significado. Por un momento, Silver creyó que Kisahj volvería a meterse en líos; sin embargo Dakarai tan sólo dijo:
-Discúlpeme, caballero -se reverenció levemente, y Kisahj asintió.
Era el momento de irse.
La señal.
El pelirrojo elfo lanzó una mirada rápida a la princesa, y sonrió para ella por última vez esa noche. Luego se marchó sin decir adiós y se perdió entre el gentío, al tiempo que la guardia irrumpía secretamente en el enorme recibidor. Por más que Silver lo buscó con la mirada, ya no pudo encontrarle.
Se le encogió el alma cuando supo que él se había marchado.
Lo supo, de algún modo.
Por que las luces habían dejado de brillar.

----------------------------------
By Rouge Rogue

Reseñas: Escribí este capítulo un poco más largo que los demás, porque no quería dejar nada en el tintero. Se corresponde al evento de primavera BAILE DE MÁSCARAS. Sobre este evento tengo que decir que me harté de coger los puñeteros ALIENTOS DE LA DIOSA DE LA PRIMAVERA, y no me dieron ni una maldita máscara, todo lo que me tocaban eran BRANDYS (XD)
Con respecto a lo verdaderamente importante; ni yo conseguí una máscara, ni llegó a haber ningún baile. Pero si lo hubiese habido, no me cabe la menor duda de que habría sido así.

Silver, te dedico este capítulo porque me pediste que fuera tu pareja para el baile, y al final los dos nos quedamos con las ganas. Espero que hayas podido bailar conmigo al leerlo ;)




27 comentarios:

  1. Ahhh que hermoso... Yo también me harté de recoger porquerías para luego quedarme sin la dichosa máscara y sin el dichoso baile. Estoy por hacer un evento en el Castillo del Gremio, cada vez que alguien sea investido caballero. Así podríamos celebrarlo todos mientras charlamos correteando por allí (también para gastar mis dichosas pociones de transformación xD).

    Aunque en este cap sea un elfito de relleno, he de decir que yo estaba allí. Siempre estoy allí... TODO EL TIEMPO XD <--- paranoico

    PD.No ligaré jamás como lo hace el ñordo este xD

    ResponderEliminar
  2. No encuentro palabras para describir las emociones que me ha hecho sentir este capítulo, es verdaderamente maravilloso. Kisahj, yo también creo que de haber habido baile hubiera sido así, y te aseguro que he podido vivir algo más que un baile al leerlo.

    ResponderEliminar
  3. Todavía voy y te parto las piernas xD

    No, mejor... Todavía le meto fuego a tu torre JAJAJA

    DAKA --> 1KK de millones, KISAHJ--> Un peo lobo

    JIA xD

    ResponderEliminar
  4. Suena porno; jajaja xD

    Fuera coñas, me alegra que te haya entretenido, tenia muchas ganas de escribir ese capitulo, jeje.

    PD. Daka, SIEMPRE ESTAS AHI xD
    Y no ligas como yo porq soy genuino y tu eres mi copia barata xD
    (sabes q va con cariño....)

    CLUB DE FANS DE KISAHJ:
    -Silver
    -Yet

    CLUB DE FANS DE DAKA:

    RECUENTO:

    KISAHJ:2 DAKA:0


    ¿Quien mas se apunta? xDDDDDDDDDDDDDDDDDD

    (soy horrible como amigo)

    ResponderEliminar
  5. illo eso es tu cuenta q jiede lo mas grande xD

    PD.Daka si kieres te dejo unirte a mi club de fanas:

    Kisahj:3

    Daka:0

    JAJAJA

    ResponderEliminar
  6. no quiero unirme a tu estúpido club de fans xD Prefiero vivir en el más absoluto anonimato. Ya sabes que me dan pánico las masas. A tí se te da mejor eso de fardar ¬¬

    Mi cuenta no jiede, cacho puto xD

    ResponderEliminar
  7. ay ay ay la envidia que mala es xD

    ya fuera coñas....

    tu cuenta jiede, JAJAJA
    (ya paro xd)

    ResponderEliminar
  8. muy buen capitulo^^ y quien ha dicho que daka no tiene fans????? yo me quiero unir al club de fans de daka....

    ResponderEliminar
  9. OHHH!!! OHHHHH!! OHHHHHHHHHHHHHH!!!! OH DIOS MIO! xD Gracias Nane *_* no estoy solo en este mundo! no soy un maldito pardillo!! AHH ke felicidad xDDD

    Bien, en ese caso
    Daka -->1 Kisahj --> 2 (yo no me cuento, carajo xD)

    PD. Y para informaros, mi primo vio el pc de Kisahj y no pinta demasiado bien xD

    ResponderEliminar
  10. yo siempre sere tu aliada^^XD y mi pc tb pinta bastante mal, sobretodo xk n encuentro la garantia XDDDD

    ResponderEliminar
  11. hagamos un club ke se llame: SI, YO TB DESEO TIRAR MI PC POR EL BALCÓN

    propongo a Kisahj de Líder, xke es al ke se le jode más a menudo xD

    ResponderEliminar
  12. ains tonto, no te enfades xD Que sabes que tu pc te lo van a acabar arreglando entre mi primo y el primo de mi primo :D

    ResponderEliminar
  13. Bastante mal dia llevaba ya de aguantar gilipollas...

    Lo peor esq hoy me espera otro ò.ó

    Empezare a patear culos,le robare a Arthur una de sus espadas y me deskitare a gusto pegando de ostias xD

    ResponderEliminar
  14. Aaaaanda, después de todo no terminó el dia tan mal como empezó xD

    Aunque sí, tendría que haber corrido más sangre... PEEEEERO no nos quejemos más xD Olvidemos a los idiotas y queramos a los amigos :D

    ResponderEliminar
  15. kis.....no quiero ser pesada pero.... y el 7? lo unico k puedo acer aora es seguir los caps, lo toi llevando fatal esto d n tener pc....tengo un bajon...

    ResponderEliminar
  16. olaaa preciosisima :)

    gracias por comentar enserio me anima un monton saber q estas esperando el cap 7 lo tengo a la mitad xD
    intentare colgarlo esta noche, o a lo sumo mañana

    *3*

    saludos

    ResponderEliminar
  17. Yo intenté spoilearme a mi mismo viendo los borradores de Kisahj del cap 7, pero fue más pícaro y consiguió quitármelos xD

    Nane, te echo mucho de menos *_* Klaud pregunta a menudo por ti xD A ver si arreglas ya el pc.... Aunque el de Kisahj sigue dando problemas :/

    ResponderEliminar
  18. yo como muy tarde para principios del mes k viene ya lo puedo enviar al taller(k ya habre cobrado XD yo tb os echo muxisimo de mens, ando mas estresada k un politico, lo mejor es k el pc sikiera lo jodi yo, me lo jodieron de un puñetazo... daka dale un besito mu fuerte a klaud y eldel..a ti ya te lo doi yo XDDDD

    ResponderEliminar
  19. bieeennn ^^ besados quedan! :D

    :-*

    ResponderEliminar
  20. T^T

    Nane yo aki matandome pa escribir el cap 7 por ti y no me dejas ni un besitoooo xD

    ResponderEliminar
  21. :D ma mandao un beso .... XDDD

    ResponderEliminar
  22. andaaa klauddd k tall, como andas? k tal va esa deuda? jooooo yo tb kieroooooo T-T ^^ kis pues ala el beso mas grande pa ti, por lo k supone subir los caps :D

    ResponderEliminar
  23. muajaja, jodeos!!!

    Uy, digooooo, que amable de tu parte,Nane....

    xD

    ResponderEliminar