domingo, 23 de mayo de 2010

EL PÍCARO DICE: 7

Capítulo 7


-Eres el tío con más potra del mundo...-Dakarai lanzó una mirada rápida por la ventana del carro en marcha y arrugó el morro. Fuera, el paisaje boscoso quedaba lentamente rezagado, y en su lugar era sustituido por las hierbas bajas de los extensos prados.
-No me digas...-Kisahj se acomodó en los mullidos sillones del transporte, y cerró los ojos dispuesto a echar una cabezada, mientras su amigo resoplaba con fastidio.
-¿Cómo has conseguido que la princesa te levante el castigo; si no has cumplido ni una sola de las tareas que se suponía que tenías que hacer?
Kisahj meditó un instante.
No pudo evitar que a su mente acudiesen los recuerdos del baile de máscaras, un par de noches antes. Se sonrió con autosuficiencia. Quizás Silver estaba contenta; después de todo.

-Apuesto a que ha comprendido que soy un caso sin remedio-comentó,sin más.

-No sé qué clase de estratagema habrás usado con ella, pero no todos se van a dejar engatusar por tus encantos. Klaud está que trina.

-¿Debería preocuparme o algo así...?-el carro se detuvo entonces, y ambos muchachos se incorporaron con curiosidad para mirar al exterior.

-Eh, tú, despierta-el pícaro zarandeó levemente a Kaldezeit, quien se había quedado dormido poco después de haber iniciado el viaje. El chico abrió los ojos somnoliento, restregándose torpemente hasta que se le hincharon de forma considerable.

-Ya hemos llegado-anunció Dakarai al niño, y acabó por despabilarse del todo.

-¡¿Enserio?!-Saltó del vehículo a toda prisa, ardiendo en deseos de corretear por los alrededores. Su rostro estaba cargado de la ilusión propia de los críos. Kisahj y Dakarai se encogieron de hombros, y salieron tras él.

Lo primero que alcanzaron a ver, fue la enorme verja negra del cementerio abandonado, frente al carruaje, y un pequeño escalofrío los recorrió de arriba a abajo. El viento ululante, como susurros malditos, los llamaba más allá del camino, desde el fondo de la abadía.

-Eh, jefe,¿qué clase de sitio es este?-Kisahj se había girado para preguntar al cochero,sin embargo el hombre no le respondió, pues espoleaba vivamente los caballos y se perdía de vuelta a casa por el camino. Los muchachos truncaron el gesto.

Al volver la vista de nuevo al frente,el austero panorama del camposanto les puso la piel de gallia.

Árboles muertos, rejas oxidadas, restos de lápidas, y al fondo, el enorme caserío de piedra maltratado por los años. En medio de toda aquella desolación, lo único que llamaba la atención era Kaldezeit, que trotaba alegremente por el serpenteante camino,ajeno a los nefastos vaticinios de sus amigos.

Se aventuraron al fin a internarse en los ruinosos dominios, y cuando llegaron a la entrada del edificio, se detuvieron a los pies de la escalera de mármol ascendente.

De pronto, una fugaz sombra cruzó a espaldas de los jóvenes, tan rauda, que aunque todos se giraron alarmados por el movimiento,ninguno pudo ver nada.

-¿Qué...?- masculló Kisahj.

-¿Lo habéis sentido, no? - a Dakarai le temblaba levemente la voz.

-Será mejor que busquemos de una vez a Klau...-pero no acabaron tal frase, pues al volver la vista al frente se deshicieron en gritos por el susto.

Una figura pequeña y menuda había aparecido ante ellos, en mitad de la escalera. Se trataba de un hombre muy anciano y desgarbado, que vestía una larga túnica blancade la orden de los sacerdotes.

Tras el anciano, pronto se dejaron adivinar pasos precipitados que provenían del interior de la abadía.

-¿A qué viene tanto escándalo? -Hubiera parecido un ente venido del más allá, por cuanto la resplandeciente luz blanca que lo envolvía cegaba a los muchachos, de no ser que Kisahj conocía muy bien aquella voz.

-¿Klaud?

El caballero se apartó del pequeño haz de luz que se reflejaba en cada una de las placas de su fulgurante armadura, creando tal efecto de brillos. Los tres jóvenes suspiraron al verle.

-¿Qué demonios hacemos aquí?- quiso saber Kisahj. El anciano sacerdote se acercó entonces hasta él dando alegres saltitos y el pícaro creyó que se desmayaría por la grima. -¿Quién es este viejo tan raro? ¿¡Quieres decirle que deje de olisquear mis ropas!?

La tensión cortaba el aire en aquellos momentos en que el ladrón trataba inútilmente de zafarse del clérigo,sin conseguirlo, pero nadie hizo nada.

-Perdonad, dejad que os presente. Éste hombre es Liam Perre; un acólito de la orden blanca. Él nos ha mandado llamar para una misión en el fondo de esta abadía. Dado que carece de vista, se vale de su olfato para poder determinar a la gente que es digna de entrar en el sagrado santuario.

Los muchachos repararon entonces en que las palabras de Klaud eran ciertas. Los lechosos y desvaídos ojos del anciano se perdían en algún lugar del infinito mientras el hombre se movía torpemente. Dakarai sintió tanta lástima, que por un momento casi hubiera querido abrazar al diminuto anciano y compadecerse de él. Pero eso fue sólo un segundo antes de que el viejo hundiera sus narices en las ropas del druida y aspirase con emoción.

-¿Que? ¡No! ¿Ah? Jajaja-el elfo no pudo evitar echarse a reír por las cosquillas. Kisahj y Kaldezeit, presa de la vergüenza ajena, se apartaron del lado de su amigo. Entonces una tímida y dulce vocecilla apareció a espaldas de Klaud. Una voz suave, como el discurrir de un manantial.

Como el piar de una alondra mañanera.

Como la voz de...

-¿¡Silver!?- gritaron al unísono Kisahj y Kaldezeit. Dakarai seguía riéndose a carcajadas, ajeno a cuanto le rodeaba.

-El anciano acólito asegura que es absolutamente necesaria la presencia de una...-Klaud se sonrojó sobremanera al pronunciar estas palabras- ...dama de gran pureza para llevar a buen término esta misión. Mi lady se ofreció personalmente y...

-Princesa, ¡eres virgen!- Kaldezeit se acercó correteando hasta ella y se abrazó a sus faldas con una enorme sonrisa. Kisahj y Klaud abrieron los ojos como platos, si bien a la doncella le agradó sobremanera el gesto y sonrió con ternura maternal al devolverle el abrazo al niño.

Apenas un par de segundos después, el pequeño mago volvía a estar junto al pícaro, con un buen chichón en la cabeza.

-Y bien, ¿en qué consiste la misión?- inquirió el ladrón, recuperando la compostura.

-El fondo de la abadía está maldito- Liam Perre había aparecido de nuevo junto a ellos sin previo aviso, asustándolos a todos. Dakarai se incorporó también a la conversación visiblemente abochornado por los sucesos. Tenía el rostro sonrojado y los ojos aún llorosos por la risa.

-¿Qué clase de maldición es esa...?- se atrevió a hablar Silver, y las miradas de todos los presentes dejaron de acuchillar con sorna al druida para centrarse en ella.

-Por las noches...se oye el llanto maldito de una mujer -respondió el acólito.-Es el espíritu de Ancalon, una dama la cual, según cuentan las leyendas, se enamoró de un joven y apuesto noble, el hijo de los Hibara. El muchacho ingresó en una orden sacerdotal por capricho de sus padres, impidiendo de este modo que ambos pudieran encontrarse. No obstante, Ancalon, empujada por su amor incondicional, se internó en las profundidades de la abadía, donde se ocultaba de los sacerdotes para poder ver a su amado en secreto. Cierto día, un accidente lapidó los pasadizos secretos y Ancalon quedó atrapada para siempre en el interior- aquella historia había tomado ciertos tintes fantasmagóricos que a Dakarai no acababan de hacerle mucha gracia.

Silver se removió, inquieta, apenas perceptiblemente.

-Me aburro...- bufó Kisahj, y Klaud lo azotó con la mirada.

-¿Qué se supone que debemos hacer?-Dakarai intercedió en vistas de atraer de nuevo la atención del caballero. El anciano dirigió el rostro hacia él, aunque no podía verlo.

-No lo sé. Todos cuantos se han adentrado en aquellos túneles han perecido, y los que lograron regresar habían enloquecido lo suficiente para no poder contar lo que vieron -los muchachos se miraron entre sí con incertidumbre.- Ancalon odia a los hombres, debéis encontrarla como sea, y en ese preciso instante sólo la doncella virgen sabrá lo que Ancalon desea a cambio de dejar en libertad esta abadía.

-¿Cómo sabes eso si nadie ha regresado vivo o cuerdo? -Kisahj se mesó una inexistente perilla.

-Hace ya algún tiempo...yo mismo bajé al fondo de la abadía con algunos compañeros. Con nosotros, venía una mujer. Ella era la madre superiora, una mujer vieja y arrugada como una pasa,pero virgen al fin y al cabo. Consiguió ver a Ancalon y comunicarse con ella, pero pereció en el camino de vuelta, de un ataque al corazón por una pequeña broma que le gastó un amigo -el sacerdote se hurgaba la nariz despreocupadamente sin atender a las miradas de reproche de los presentes.

Los jóvenes suspiraron, desanimados.

Iba a ser un trabajo duro.


-Los clérigos tienen tendencia a ocultar pasadizos bajo las lápidas- masculló Dakarai por lo bajo, completamente inconforme,mientras descendían las escaleras de piedra descuidada que los conduciría al interior de la abadía. El anciano Liam Perre sonreía cortésmente y los despedía con la mano.

Encabezando el grupo, Klaud y Dakarai cubrían a la princesa. Tras ella, Kaldezeit y Kisahj cerraban el comité.

El pícaro fue el último en poner un pie en aquella interminable escalinata, si bien antes siquiera de poder avanzar, el anciano lo agarró fuertemente por el brazo para impedirlo. Él lo miró inquisitivo.

-Sólo las almas puras deberían bajar ahí abajo...-musitó el hombre, con tono sombrío.

-¿Acaso quiere ir usted en mi lugar? -repuso el chico con burla, y el hombre soltó su brazo.

-Si tu alma no es limpia, el mal de Ancalon te corromperá. Usará la maldad que hay en tí para atraerte.

-Ya...ya...- Kisahj se rascó la cabeza y se dio la vuelta,obviando las advertencias del viejo clérigo,para adentrarse en la oscuridad del pasadizo.

-Te quedarás mudo, ciego y sordo. Y al final todo tu cuerpo le pertenecerá. Devorará tu alma...

Pero Kisahj ya no podía escucharle.

La pesada losa de piedra se había cerrado fuertemente tras de sí.


En la oscuridad, hubo de esperar algunos segundos antes de alcanzar a ver nada. Únicamente el sonido del agua al gotear desde el techo le indicaba que no se había quedado sordo, por cuanto el silencio que los envolvía era tan perturbador.

-Kisahj, ¿vamos?-Kaldezeit lo esperaba a algunos metros de distancia. Parecía verdaderamente impaciente por adentrarse en el corredor, y al ladrón le hizo gracia.

Le caía bien aquél chico.

Echó a andar resueltamente en dirección a sus compañeros. Por aquellos entonces, Klaud se encontraba imbuído de una hermosa luz blanca que iluminaba tenuemente el lugar donde se encontraba. La única luz de que disponían en aquél lugar.

-De acuerdo, he memorizado la estructura base del pasadizo -dijo el caballero. -Avanzaremos siguiendo el sentido de las agujas del reloj. Si viramos siempre en la misma orientación, acabaremos por regresar al punto de inicio una vez hallamos recorrido las catacumbas.

-Ah...bueno-comentó Kaldezeit.-Yo creía que mi brújula resultaría útil, pero si prefieres hacerlo así...- el chico guardó en su túnica el pequeño artefacto de plata.

-Yo había pensado dejar un rastro de zarzas por si nos perdíamos...-Dakarai se rascó la cabeza, mirándose los pies.

-Yo no me desoriento nunca- Kisahj se llevó las manos tras la cabeza -y aunque así fuera, Raíces me llevará adonde haga falta.-El pícaro no hizo nada por disimular el regocijo que llenaba su sonrisa cuando el caballero dirigió una mirada rendida al último miembro del grupo; Silver.

Ella se ruborizó levemente al decir:

-Le pedí un mapa al sacerdote...

El hidalgo resopló con el orgullo herido, y en vistas de que nadie había encontrado de utilidad su brillante propuesta,echaron a andar en dirección a la oscuridad de los corredores.

Durante los primeros minutos,nadie dijo nada. Sus pisadas huecas resonando en el suelo de piedra eran todo cuanto denotaba que no estaban solos. Cuando se aburrió de caminar en silencio,Kisahj se decidió a tararear alguna canción.

-Kisahj, ¿quieres dejarlo de una vez? -se quejó su mejor amigo.

-Pues a mí me gusta...- Kaldezeit dibujó un gesto desilusionado, mientras el pícaro le lanzaba un guiño y tarareaba aún más fuerte.

-¡No es momento de cantar! Estamos buscando un espíritu maldito y asesino, ¿os acordáis?

-A lo mejor lo encontramos antes si llamamos su atención...-apostilló el pelirrojo elfo, como quien no quiere la cosa.

-Con esa canción horrible sólo conseguirás enfadarle antes de tiempo -Dakarai frunció el ceño con fastidio, y Kisahj se echó a reir.

-No te rías, desgracia élfica -el druida se giró para encararlo, y Kisahj le dirigió una mueca de incomprensión.

-No me estoy riendo...-aseguró el ladrón. El silencio se hizo entonces entre los presentes. Los débiles gorjeos continuaban oyéndose, sin embargo, cerca de ellos. Alzaron la vista lentamente hacia el techo de la cueva, y el negro manto que, habían supuesto, se trataba de la roca muerta, se deshizo sobre sus cabezas en miles de pedazos que revolotearon por doquier.

Silver rasgó el aire con un grito de pavor.

-¡Son murciélagos!-gritó Klaud, desenfundando a toda prisa el enorme espadón que llevaba a sus espaldas.

-¡No! ¡Calmaos! -el druida trató de tranquilizar a sus amigos-¡Si no los asustáis no os harán...!¡Auch!- uno de los murciélagos se le había enganchado en la mano, y no conseguía librarse de él por más que lo zarandeaba. Fue entonces que el elfo reparó en los inusuales ojos rojizos del animal; como inyectados de alguna fuerza oscura y tenebrosa.

Cargados de un ansia devoradora.

De sed de sangre.

-¡Corred!¡No son murciélagos normales!- vociferó entonces el chico, haciendo aspavientos con las manos,tan asustado como el que más. En aquél preciso instante, una hermosa cúpula azulada los envolvió mágicamente para protegerlos. Un escudo inmaterial que Klaud había conseguido invocar. Sin embargo, el efecto del hechizo era temporal, y pronto se desvanecería.

-¡Seguidme!-les ordenó el caballero, y echaron a correr prestos tras él, siguiendo la estela blanquecina de su luz a través del laberinto. En medio de la precipitación, Silver tropezó con su propio vestido y cayó al suelo. Kisahj y Kaldezeit se detuvieron junto a ella para ayudarla a ponerse en pie, al tiempo que Dakarai volvía sobre sus pasos un par de metros.

-¡Protégela!-dijo Kisahj, y su amigo asintió. Cogió de la mano a la muchacha y tiró de ella en pos de Klaud.

-¡No os separéis de mí, princesa!

Se adentraron más allá de las sinuosas galerías, y salieron a una estancia mucho más amplia, atravesada en su mitad por un puente de piedra lo bastante ancho como para que cuatro personas corrieran de forma paralela. A los lados del puente, únicamente se apreciaba el vacío.

-¡Kaldezeit, ahora, yo te cubro!- el pícaro le hizo una señal al niño, y sin mediar palabra más,el pequeño mago alzó un enorme muro de fuego que se enervó hasta donde sus vistas se perdían. Toda la sala se inundó de su cálida luz anaranjada, lamiendo las rocas con sus flamas, y consumiendo en su camino cuantas criaturas encontraba. No obstante, mantener aquél hechizo hacía que Kaldezeit no pudiera defenderse sin perder la concentración, y requería de la ayuda de Kisahj y Raíces para retener a las enormes criaturas que escapaban a los efectos del hechizo.

Por su parte, la carrera de Klaud, Dakarai y Silver fue frenada de improvisto, cuando al llegar al final del puente, se toparon de bruces con una sólida pared de piedra.

-¡¿Qué es esto?! ¿Se corta el camino?- se quejó el caballero, incrédulo, con las pupilas dilatadas fijas en el obstáculo que les cercaba el paso.

-¡Es una puerta!- masculló el elfo junto a él, señalando las juntas por donde se suponía que debía abrirse.

-¿Cómo la abrimos? ¿Y si empujamos?- el hidalgo apoyó su hombro contra la dura roca, tratando de determinar el peso que tendría que mover para apartarla.

-No; esperad- Silver se acercó deprisa a la puerta y deslizó con delicadeza la yema de los dedos sobre su superficie. Los hermosos grabados e inscripciones del mineral refulgían tenuemente, de un color violáceo. -Es una inscrpción rúnica. Un acertijo- su voz se truncó en un gemido de impaciencia.

-¿Podéis descifrarlo?-inquirió Dakarai, en un gesto casi suplicante. La muchacha se mordió el labio inferior mientras analizaba con la vista los símbolos tallados en la roca a toda velocidad.

-Es un texto muy antiguo...dice algo como “Libertad o muerte para mis sueños. Para mi pueblo. Para las almas de los hombres.” En su nombre, pasarás. ¿Qué...? No entiendo nada...- la doncella escrutó los rostros de sus acompañantes, tratando de dilucidar una respuesta a aquél acertijo.

-¿Qué diablos...? -Klaud se rascó la cabeza con frustración. No era momento de jugar a las adivinanzas.

-Esa... ¡Esas palabras! -Dakarai señaló el texto con nerviosismo- ¡Las he leído antes! ¡En alguna parte!

-¡¿Dónde?!- lo apremiaron la dama y el caballero, al mismo tiempo. El joven elfo cerró los ojos, tratando de hacer memoria.

-Era un libro antiguo...un libro sobre...-se masajeó las sienes con impaciencia-¡historia!-concluyó al fin.-¡Un libro histórico, estoy seguro!

Ante la luz de aquellas nuevas posibilidades, los tres jóvenes se sintieron repentinamente inquietos.

-¡Kaldezeit ha leído mucho sobre historia!- apostilló Silver, sin poder encontrar ningún dato de interés en sus recuerdos.

-¡Buena idea!- la secundó Dakarai.


Kisahj deslizó con presteza sus armas en un fluído movimiento que rasgó el aire, dejando tras de sí una hermosa estela plateada. A sus pies, los cuerpos sin vida de varias bestias se amontonaban, mientras ponía todo su empeño en salvaguardar a Kaldezeit. El niño mago trataba por todos los medios de concentrarse en la barrera que impedía el paso de las alimañas, y sin Kisahj se habría sentido completamente desprotegido. Entonces, oyó que Dakarai lo llamaba desde algún lugar a sus espaldas. Se giró apenas un instante para corresponder a su llamada, y por un momento dudó acerca de si debía ir.

-Vamos, ya estás tardando. Yo los retengo -apostilló Kisahj al ver que el niño vacilaba. Kaldezeit no esperó un segundo más y echó a correr en dirección a Dakarai,dejando al ladrón por detrás. Alcanzó al druida justo en el momento preciso en que se desvanecía el escudo azulado que los había protegido hasta entonces.

-Mierda, démonos prisa-los azuzó el elfo, temeroso de que Kisahj no pudiera seguir conteniendo a la bandada de murciélagos por mucho rato.

-Kaldezeit, es un acertijo-explicó Klaud a toda prisa -Dice “En su nombre pasarás”.

El joven mago se acercó a la losa de piedra y fijó los ojos un instante en sus extrañas inscripciones, mientras fruncía el ceño, esforzándose por leerlas.

-“Libertad o muerte para mis sueños. Para mi pueblo. Para las almas de los hombres”....-murmuró en voz baja.

-En su nombre pasarás -le recordó Dakarai- ¿Quién fue? ¿Quién lo dijo?

-Fácil -resolvió el adolescente -Éstas fueron las últimas frases del discurso del general Callaway tras la guerra de independencia de Dalanis, cuando fue nombrado Rey.

Como por arte de magia, la gigantesca losa de piedra se hizo a un lado pesadamente, arrastrándose por el suelo y dejando una visible muesca. Luego, todo fue confusión.

El suelo comenzó a temblar estrepitosamente, hasta tal punto, que bien costaba mantenerse en pie. Pedazos de roca de los techos se desprendían por doquier. Silver sintió que su cuerpo se desestabilizaba, y a punto estuvo de caer al vacío, si bien Dakarai la aferró con fuerza contra él a tiempo de salvarla.

-¡Deprisa! ¡Dentro!-Klaud lanzó una rápida mirada a Kisahj, y él le devolvió un guiño de autosuficiencia desde su posición. Echaron a correr hacia el interior de la oscura estancia tan rápido como les permitían las piernas por el continuo temblor de tierra. Cuando se hallaron de nuevo en la más absoluta oscuridad se hizo el silencio.

Los jóvenes se detuvieron a tomar aire.

-Kaldezeit...-farfulló Dakarai, tratando de recuperar su ritmo normal de respiración -eres aún más rata de biblioteca que yo-sonrió, orgulloso del niño. Kaldezeit esbozó una enorme mueca de resolución.

-No sé qué haríais sin mí -respondió -¿verdad, Kisahj?

Y cuando miraron atrás se dieron cuenta de que la puerta se había cerrado de nuevo tras ellos.

Y Kisahj no estaba allí.


Su corazón latía a mil por hora.

Raíces no podría retenerlos por mucho tiempo. Todo temblaba a su alrededor; probablemente aquél puente se desmoronaría tarde o temprano. El pícaro volvió a aporrear la puerta, firmemente sellada ante sí. Los extraños grabados refulgían, en un lenguaje arcano y desconocido, imposible de leer para alguien como él. Golpeó incesantemente hasta sentid los puños entumecidos por el acuciante dolor, dejándose la garganta en llamar la atención de sus compañeros, que a aquellas alturas debían estar al otro lado de la sala sin siquiera reparar en que él no estaba allí.

Finalmente; Raíces cayó rendido y desapareció.

Y en el preciso instante en que centenas de murciélagos se cernían sobre él como bestias descontroladas, Kisahj descubrió algo que le heló la sangre en las venas.

La voz ya no acudía a su garganta.

Se había quedado mudo.

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By Rouge Rogue

Reseñas: En este capítulo he mezclado experiencias de la primera vez que fuimos a Abadía (Daka, Silver, Naern y yo) y alguna que otra vez que he regresado por aquellos lares. Concretamente, la primera vez que fui morí el primero, y de ahí que me quedase rezagado respecto al resto del grupo. De la segunda experiencia, cabe resaltar que en plena abadía, mi teclado se desconectó sin motivo alguno y estuve intentando comunicarme con Dakarai por EMOTICONOS (así de patetico soy). Para el caso,incluso conseguí que entendieran mi problema, justo cuando descubrí que sólo tenía que enchufar de nuevo el teclado.

Espero que os riáis leyendo este cap, tanto como yo escribiéndolo ;)

13 comentarios:

  1. Dioses Kisahj, sácame ya dando martillazos a esos estúpidos zombies, murciégalos, arañas y nigromantes xD Que parezco el peo del grupo y doy ostias de 600pv por favor xD

    El día de Abadía fue grande. Por un momento pensé que pondrías a Sirpp y contarías cómo nos llevó de fardo mientras él hacía todo el trabajo sucio xD Quién diría que ahora nos solearíamos Abadía casi entera. Será de increíble satisfacción el día que petemos a la bruja nosotros solos xD

    PD. Ya encontraré la manera de abrir esa estúpida puerta antes de que te coman los murciégalos :D
    PD2. La princesa murió ese dia.
    PD3. Naern casi, porque se le antojó darle a un montón de basura zombi.
    PD4. Yo le di al montón de basura zombi.... y no tenía tanta def como el caballero xDDDDDDD

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  2. jajajajajaj vaya par tais exos, ajjajajja aber k pasa con kis en el cap 8...

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  3. Me gustaria pedir disculpas por el modo en que esta escrito este capitulo. Si os fijais, tiene muchisimos puntos y aparte, y esque el copy-paste desde el open office da fallo en la edición de HTML del blog.
    ._.

    En conclusion, q no es culpa mia joder xDD
    Intenare arreglarlo.

    Gracias por leer ;)

    PD. Silver murio 3 veces ese dia.
    PD.2. Esta era mi venganza contra Sirpp: SOLEARME ABADIA ENTERA!! XDDD (aunque sea en un estupido cuento y no en la realidad, jajaja)
    PD.3. Yo fui listo y no le di al monton de basura zombi xD

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  4. yo si m fije en el modo en que esta escrito pero hablando claro.... como escribas me da iwal mientras cuelges los caps y se entiendan....kis...eto....mmmm...el 8? :D pa cunado lo tendras mas...o menos?....sin prisas eeeee.... solo por saber..

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  5. Pos espero que en breves, q yo tb tengo curiosidad por saber como acabara :O

    Y que pasara con Kisahj

    Y tb kiero poner a Daka llorando desconsolado por mi ausencia,JAJAJA

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  6. dioses me acuerdo de lo del teclao to el mundo diciendo otras cosas q no tenia na q ver y al final resulto ser eso xD ya q estas inventando ponle a klaud un escudo de torre q me encantan y toavia no e visto ningun juego con una cosa asi *-*

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  7. que coño haces comentando con ese nombre, Klaud xDDDD

    Yo no lloro por tí, idiota! xD

    PD. Ke me pongas martilleando, carajo!! xD

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  8. mola ^^ en este capitulo ya ai mas ación

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  9. lo dices xke tu haces un fantastuoso muro de fuego? siento envidia de dark! puñetas! xD

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  10. Nunca estas conforme con nada,bleee

    xDDD

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  11. será eso xDD

    Pa una vez que protesto xD

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  12. jajajajjjajajajajjjjajaj k xiflaos tais, yo cuando lei el nmbre de klaud tb pense kien es ese, pero lo deduje, jajajj ai el 8 ya taaaaaaaaaaaaaa. Asias kissss eres el mejorrrrrrr
    muackssssssssssssssssssssss

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  13. besos! besos!!

    MUAJAJAJA

    me siento importante xD

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