jueves, 6 de mayo de 2010

EL PÍCARO DICE: 3

Capítulo 3


No fueron los tímidos rayos de sol que se colaban por la ventana, ni el canto de los pajarillos del jardín cercano los que despertaron a Kisahj aquella mañana. Fue el tremendo ruido de la puerta de su habitación al abrirse con violencia y chocar contra la pared. Dakarai entró a toda prisa en el cuarto, y de apenas tres zancadas se plantó en el centro de la estancia.

-¡Tú; pícaro! ¡Desapareciste en mitad de la noche y te llevaste mi dinero! ¡Casi duermo a la intemperie por tu culpa!

-¿Mmh…? ¿Qué hora es? –Kisahj abrió un ojo. –Anda lárgate y déjame en paz –el muchacho se dio la vuelta perezosamente y escondió la cabeza bajo la almohada de finas telas. Dakarai resopló, fastidiado, antes de acercarse y empujarlo con una patada que lo tiró de la cama. El ladrón cayó al suelo estrepitosamente, y luego se puso en pie tan desorientado como si hubiera aparecido en otro universo.

-¡Si no llega a ser por la princesa…! ¡Pero ya me he cansado! ¡A partir de ahora el dinero lo administro yo! –Kisahj no prestaba demasiada atención a los gritos de su amigo. En su lugar, se sentó en el borde de la cama con la vista desenfocada por el sueño.

-¿Cómo me has encontrado…?- inquirió medio grogui al druida.

-¡Solo hay dos burdeles en esta ciudad! Eso limita bastante la búsqueda, no te parece?- pero Kisahj había vuelto a dormirse en la misma posición en la que se encontraba. Dakarai sintió deseos de atizarle con todas sus fuerzas.

-¡No te duermas! –lo zarandeó. –Partimos hacia Tágena al medio día. ¡Vístete de una vez! –

Salió del cuarto como una exhalación, cerrando nuevamente la puerta con un golpe. Pero a Kisahj todo eso le daba igual.

Soñaba plácidamente; y en sus sueños un niño le sonreía. Las pequeñas orejas puntiagudas sobresalían de entre su enmarañado cabello verde oscuro.

-¡Kisahj! ¡Señor!- lo llamaba el niño.

-¿Da…Dahedras?- balbuceaba el pícaro.

-Oiga señor…

-No me llames señor, soy tu hermano…

-Señor, por favor…

Señor…

Señor.

Para cuando abrió los ojos; ya habían pasado varias horas.

-¡Oiga señor! ¡Despierte de una vez! –se quejaba la mujer. El ladrón se restregó los ojos adormecidos y lanzó una mirada furtiva a la oronda señora que lo observaba a escasos pasos de distancia. Tenía los brazos en jarra, y parecía disgustada. -¡Está ocupando una cama! ¡Lleva ahí toda la mañana; supongo que sabe que tiene que pagarla!-

Kisahj resopló con fastidio, pero la Madame del prostíbulo no estaba por la labor de ceder.

-Ya pagué el servicio…

-Usted pagó por una noche con dos señoritas. Pero debe el importe de haber ocupado la habitación por la mañana –la estridente voz de la dama ensordecía sus oídos.

-Está bien, está bien. Pagaré. Enseguida bajo.

-No. Pague ahora.

Kisahj farfulló incomprensibles palabras mientras rebuscaba entre sus ropajes. Le lanzó a la mujer de mala gana una pequeña bolsita repleta con monedas de oro. Cuando la madame la abrió, su expresión pasó del más puro tedio a una luminosa felicidad.

-¡Amable caballero! ¡Quédese el tiempo que desee…puedo mandarle las más exóticas y hermosas mujeres que pueda imaginar!

-Lárguese; quiero vestirme –se puso en pie de mal humor. La mujer asintió y se perdió de prisa por el pasillo, después de haber lanzado una mirada lasciva al dorso desnudo del joven.

-Tsk, maldita sea…-chistó enojado –Seguro que aquellas mujeres me pusieron algo en la bebida para dormir.

Para cuando al fin tuvo plena conciencia de hacia dónde le conducían sus pasos, reparó en el hecho de que hacía rato que pasaba del medio día. Seguramente su amigo habría puesto ya rumbo hacia Tágena. Allí se encontraba el Santuario Olvidado, donde los eruditos aún hacían ofrendas a los dioses antiguos. Dakarai no bromeaba cuando decía que tenían que ganarse el perdón de Gaia, la diosa de la naturaleza.

-¿Y ahora qué? Ese idiota se ha llevado el dinero y yo en un arrebato e he dado a la vieja mis últimas monedas.

Raíces se zarandeó de un lado a otro en una protesta silenciosa, adivinando las intenciones del ladrón.

-Pues no vengas si no quieres. Pero el dinero tengo que conseguirlo como sea, necesito un caballo.-Lanzó una mirada rápida a su alrededor. Se hallaba en la plaza principal de Varanas, atestada de gentes que iban y venían, animadas por el festival de la primavera, y apenas necesitó un segundo para encontrar a la víctima fácil que buscaba.

Una linda muchacha de rubios cabellos que caminaba distraídamente se acercaba hacia él. Tenía los hermosos ojos verdes posados en los puestos del mercado, y no se percató siquiera de la existencia del pícaro.

-Oh, perdona –fingió él que tropezaba con ella, y la asió apenas un segundo para evitar que cayese.

El tiempo suficiente para simular un gesto cordial.

El tiempo suficiente para hacerse con su bolsa de oro.

-Ah, discúlpeme, soy tan distraída…-la muchacha se recogió dulcemente el cabello tras las orejas.

-Para nada; la culpa es mía, madmoiselle –se acercó tanto a ella, que por un instante la chica creyó que la besaría. Se ruborizó hasta límites insospechados, sin poder apartar los ojos de los labios del muchacho. –Hasta más ver, madmoiselle- hizo una pequeña y teatral reverencia con su mejor tono de conquistador, y ella le dedicó una angelical sonrisa. Cuando ambos retomaron su rumbo, Kisahj se felicitó una vez más por el impecable trabajo.

-¡Hermano! –oyó el joven, en algún lugar. Instintivamente, se giró sobre sí mismo con el corazón en un puño. -¡Hermana! –volvió a escuchar, y comprendió que se había confundido al principio. Un chico de apenas doce años se acercó correteando juguetonamente hacia la muchacha rubia. Aquella escena tan sencilla hizo que las tripas se le pusieran del revés. Kisahj no podía, o no quería comprender el motivo que le impulsó a hacer lo que hizo. Algo que no había pasado en mucho, mucho tiempo. Fue honrado.

-¡Eh! ¡Madmoiselle! –llamó apuradamente a la chica. Ella se volvió solícita, como si en el fondo hubiese estado deseando que él le dijese algo más. –Esto…creo que os pertenece. Se os debe haber caído –rezongó el muchacho, extendiendo la pequeña bolsita de tela hacia la joven. El inocente rostro de la doncella se iluminó.

-¡Oh! ¡Muchísmas gracias! Qué boba soy.

-No las merece, olvidadlo.

-¿Cómo podré recompensaros? –aquella pregunta abrió un abanico de sugerentes posibilidades en la mente de Kisahj.

-No…no es necesario –se hizo de rogar.

-Por favor, habéis sido muy gentil. ¡Cualquier otro se la habría quedado! –Kisahj se sonrió en sus adentros.

-Pues…ahora que lo decís…sí que habría algo que podríais hacer por mí.


Se despidió de ella y bajó del carro con un ágil salto. La joven lo miró con un hermoso brillo de embeleso en sus ojos.

-Siento no poder dejaros más cerca del santuario…los merodeadores de Tágena me dan mucho miedo… -se excusó, avergonzada.

-No os preocupéis, ya no disto mucho de allí, daré un paseo a pie –se hizo el interesante, y aún le dedicó un guiño a la chica antes de poner rumbo camino a Tágena. Algunos segundos después, ella gritó su nombre.

-¡Kisahj! –Y cuando el muchacho se volvió para encararla, la doncella lo despedía fervientemente con la mano.- ¡Me llamo Allain! ¡No me olvides nunca por favor!

-¡Dadlo por hecho, madmoiselle! ¡Os llevaré en el corazón!

Y él volvió a entregarse a su marcha por el sendero mientras el carro tirado por la anciana mula se perdía en dirección opuesta.


El Santuario Olvidado se hallaba en completo silencio cuando él llegó.

Lo único que le llamó la atención fue la figura arrodillada de su mejor amigo; de espaldas a él. Dakarai oraba a Gaia en un susurro acompasado y monocorde. Kisahj decidió sentarse a esperar en la escalinata de piedra caliza de la entrada. Cuando soltó sus escasas pertenencias en el suelo, una fina risa musical lo hizo alzar la mirada. Se atragantó con su propia saliva cundo la vió llegar.

La princesa Silv.

A su lado, la figura menuda de un muchacho llamó la atención del pícaro. Se trataba de Kaldezeit; el líder de los caza recompensas que acabaron con Bernok la noche anterior. Cuando repararon en su presencia, Silv y Kaldezeit detuvieron su amena conversación y se miraron entre sí con incertidumbre.

-Vaya, a quién tenemos aquí…-Kisahj esbozó una mueca perniciosa, ladeando los labios.

-Eso debería decir yo –Dakarai apareció a espaldas del pícaro. Bostezó sonoramente estirando los brazos hasta ponerse de puntillas. -¿Cómo has llegado?

-Me trajo una chica en su carro.

-¿Una chica? ¿Quién?

-Pues…no sé. Qué más da. No recuerdo su nombre. Y a todo esto, ¿qué hace mi lady aún aquí?

-Pues…Bueno, precisamente de eso quería hablarte.

-Creo que mejor os dejamos a solas…-se disculpó Silv, pero Dakarai rehusó su oferta.

-No es necesario, mi lady. No tardaremos demasiado.

-Venga, suéltalo ya.

-Verás…- comenzó Dakarai – la princesa está muy impresionada con el trabajo que hicimos con Bernok y nos ha propuesto para entrar en la Orden de Caballería de Septentrion. Con sus créditos no tendremos problema en acceder. Es una prestigiosa casa de hidalgos y se gana mucho dinero…

-No me interesa –lo cortó Kisahj.

-¿Qué?

-Que no me interesa. No quiero tener nada que ver con caballeros.-

Dakarai carraspeó un par de veces para aclararse la voz.

-Ya sabía que dirías eso, por eso no he contado contigo para esto.

Kisahj sintió como si un cristal se hubiese roto en algún lugar dentro de su cabeza. Tardó varios segundos en procesar las palabras de su amigo.

-Entonces…¿qué vas a hacer?

-He aceptado –sentenció Dakarai.

-¿Vas a dejarme tirado?

-Se te da muy mal ir de víctima, deja de interpretar –masculló el albino muchacho. Kisahj resopló.

En realidad, no sabía cuánto de lo que sentía era verdad, y cuánto mentira.

-Así que te marchas…-comentó finalmente, con voz queda. Tenía la vista fija en la punta de sus pies.

-Si; es hora de pensar un poco en mí. De dejar de dormir a la intemperie, de buscarte en burdeles por la mañana. De preocuparme porque derrochas en bebida nuestro presupuesto y de rezar para expiar tu interminable lista de fechorías.

-Ya veo…- suspiró largamente antes de volver a hablar, bajo la penetrante mirada de los presentes.-De acuerdo –concluyó- no intentaré detenerte.

En el fondo, Dakarai hubiera esperado que Kisahj montase una pataleta. Que refunfuñara o se muriera de envidia por lo afortunado que él era. Cualquier cosa menos aquella indiferencia a la que estaba, tan tristemente, acostumbrado. Porque Kisahj era puro egoísmo. Recordaba cómo la noche anterior había dicho: “quiero creer que en el fondo tienes corazón”. Quizás era cierto que no lo tenía. O que estaba tan podrido como todo el mundo creía.

-Suerte para el viaje…- comentó Dakarai a modo de despedida, cuando vio que su amigo se ponía en pie y se echaba la maleta al hombro.

Kisahj aún le dedicó una última sonrisa.

Pero era una sonrisa muy dolida.

-La suerte es para los débiles. Yo tengo talento.

Y luego echó a andar sin volver la vista, dejando a Dakarai a sus espaldas.

Podría haber dicho cualquier otra cosa.

Desearle lo mejor al que había sido y era su mejor amigo.

Podría, pero no lo hizo.

Y aquella vez le costó mucho no arrepentirse.


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By Rouge Rogue


Reseñas: Aquél día, yo no estaba en un prostíbulo, ni mucho menos, sino felizmente almorzando xD

Me ausenté apenas media hora, pero para cuando regresé mis supuestos mejores amigos ya habían abandonado toda perspectiva de que yo crease un gremio y habían decidido crearlo con una chica a la que acababan de conocer(Silver). Y nisiquiera me esperaron para preguntarme.
Sí; tener amigos para esto.
Os odio; cabrones. xD


10 comentarios:

  1. Sorpresa! JAJAJAJJA

    Desgraciado, que no te hizo ni ilusión xD Naern fue quien propuso el nombre :) que por cierto, no has dicho nada de él (aun) xD

    Yo también quiero añadir que ese dia no dejé a Kisahj por hacerme caballero xD Es jodidamente retorcido, despreciable, agonioso, ladino, plebeyo, bastardo, ruín... etecé, etecé, pero es y seguirá siendo mi mejor amigo :D

    PD. Kisahj se quitó también porque la raid que montamos para Bernok nos dio infimil lag xD

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  2. Yaaa ya pero aun así, como no me esperasteis vosotros os convertisteis en colideres fundadores y yo fui solo un extraño añadido T^T
    En los proximos caps se veran mis calvarios por el gremio xD

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  3. y eso lo dice el Lider General??? ._.

    mira mi cara de incertidumbre XD

    PD. Quiero que llegue ya MundoParra :D

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  4. Todo a su tiempo, joven padawan... xD

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  5. Hola :)
    A mi me está gustando mucho, pero miedo me da si llego a salir en algún momento... xD

    Un beso para el elfo picaruelo, nos vemos por Taborea

    Beltara ;)

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  6. Beltara,tienes que salir cuando Kisahj narre el día en que nos hicimos el altar místico rodeados de minos élites de lvl 38 xD

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  7. eh kisahj contaras lo de la niña ?¿?XDD






    kaldezeit

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  8. Gracias por los comentarios a todo el mundo, sois la fuente de inspiracion para un joven escritor frustrado que nunca verá su sueño cumplido xD

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  9. No deberia decir eso alguien que se llama PIROFORO pa ver si le da suerte pa aprobar las oposicionesa bombero ¬¬

    xD

    PD. Sankiu por postear tio

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